sábado, 8 de diciembre de 2012

Capítulo 1: Klaus.



 -¡Klaus!¡No me dejes!¡No me dejes morir!¡ Ayúdame!

Klaus abrió los ojos lentamente, y los volvió a cerrar suavemente, como la caída de una pluma que se posa sobre el suelo, esperando a que sus ojos se adapten a la luz de la habitación.

<<Este sueño otra vez...Cada vez es más molesto y doloroso... Y esa voz... es cada vez más real...>>

Klaus se revolvió en la cama y se tapó de nuevo en un último y frustrante intento de dormirse de nuevo, pero  fracasó y se rindió a los rayos de luz de la mañana que golpeaban su ventana con fuerza. 

Con un aire perezoso, Klaus se sentó en la cama y se revolvió su oscuro cabello, dándole un divertido aspecto despeinado.

Lentamente, como si sus huesos fuesen de plomo, encendió una pequeña lámpara que reposaba sobre su mesilla de noche emitiendo una brillante luz. Klaus observó una nota que hay junto a la lámpara:

-Te llamas Klaus y eres el primogénito de una de las familias más grandes y poderosas de la mafia mundial, los Santonni. 

<<Ya lo se, ¿Por qué me escribiría eso a mi mismo? Hay veces que no me entiendo.>>

Respirando pesadamente, con grandes suspiros y unos pasos lentos, pesados y algo ruidosos, Klaus se dirigió a su cuarto de baño, una sala muy bien iluminada provista de todo tipo de lujos, desde jacuzzis, hasta una puerta a el exterior donde se encontraba una piscina privada solo para él.

-Algo bueno tiene que tener ser el hijo del jefe terzo de la mafia.-dice mientras sonríe.-

Se lavó la cara concienzudamente y se quitó un par de legañas que tenía pegadas.

Klaus se miró al espejo algo empañado por el vapor del agua. Sonrió al ver su reflejo de nuevo, y, en ese instante, sus ojos obtuvieron un brillo algo sobrenatural. Antes de volver a la gran habitación, se tomó su tiempo para peinarse cuidadosamente su largo pelo negro. 

Con un gran bostezo, entró en la habitación de nuevo, subió las persianas, dejando entrar la luz.

Un pequeño y débil bostezo, (que no fue suyo) resonó por toda la habitación. Klaus se dio la vuelta totalmente pálido, cuando vio que el bulto que había en su cama no era un montón de cojines como él había pensado, sino que era una persona.

Klaus se acercó lentamente intentando no despertar a aquella persona.
Entonces la vio de espaldas, era una chica de largo y castaño pelo.

<<¿Qué narices pasó anoche?>>

Lentamente acercó su mano a la espalda de la chica, para llamarla, y, al tocarla, ella se sobresaltó y con un gran grito se cayó de la cama.

-¡Hermanito! ¡¿Qué haces?! ¡Qué susto me has dado!- La chica, de apariencia infantil se tocó el  pecho, sus pulsaciones estaban muy aceleradas.

-¡¿Qué haces aquí?! ¡El susto me lo has dado tú!

En ese momento, una criada entró alarmada por el grito de la chica. Tras tranquilizarla, Klaus volvió a pedir explicaciones a su pequeña hermana.

-Ayer no podía dormir, hermanito- Su rostro reflejó una personalidad muy infantil- Por eso vine aquí- dijo poniendo un tono de arrepentimiento difícil de castigar- Lo siento hermanito, no lo volveré a hacer.

-Bueno, está bien, Franchesca-dijo abrazándola con fuerza- pero no lo vuelvas a hacer ¿vale? ¿Me lo prometes, enana?

-Claro que sí, hermanito, te lo prometo.-Franchesca se quedó pensativa un momento-De echo... ¡Te voy a compensar! Hoy te dejaré montar en estrella ¿vale?

Estrella era la yegua favorita de Franchesca, era bella, de color blanco reluciente, galopaba el doble de rápido que todos los demás caballos, y tras ella, lo único que dejaba era una bella estela. Lo único negativo, es que ella no se dejaba montar por cualquiera. La única persona que tenía el permiso para subirse en ella era mi hermana.

-Pero, Franchesca,  seguramente no me dejara...

-No te preocupes hermanito, hablaré con ella. Estoy segura de que os acabareis llevando bien.

-Esta bien, peque-Le dijo apartándola cariñosamente con cuidado. Klaus le tendió la mano a su hermana pequeña y abrió la puerta- Vayamos a desayunar.


Espero sinceramente que guste el primer capítulo

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